lunes, 30 de enero de 2017

LA GRAN ESTAFA DEL SIDA

Lo primero que ha de decirse sobre el VIH-SIDA es que es una rotunda estafa, lo cual, es cada vez más un secreto a voces.
Entre las numerosos y contundentes hechos que lo evidencian, sirve como botón de muestra que, por ejemplo, el considerado codescubridor del virus del VIH, el ex director del instituto Pasteur y Premio Nobel, Luc Montagnier, declaró bastantes años después que nuestro cuerpo puede verse expuesto al virus en muchas ocasiones a lo largo de nuestra vida y que es capaz de eliminarlo en muy poco tiempo, de manera absolutamente natural, sin ningún trauma, siempre que tengamos un sistema inmunológico normal. Y si lo tenemos debilitado bastaría con un tratamiento con simples antioxidantes.
Hoy sabemos que los datos que sustentan la ficción de que el VIH es el causante de una enfermedad llamada SIDA fueron manipulados por el doctor Robert Gallo, uno de los padres de la versión oficial.
Los artículos aparecidos en “Science” en Marzo de 1984 y que se consideran artículos de referencia sobre la existencia del virus, fueron manipulados para falsear la realidad. Es más, Montagnier reconoció ya en 1997 que él no había purificado el virus y creía que Gallo tampoco. En el ámbito de la virología la única prueba realmente válida para corroborar inequívocamente la existencia de un virus es aislarlo y fotografiarlo. Y aunque eso nunca se ha hecho, varias empresas han conseguido que se les permita desarrollar fármacos elaborados con trozos de partículas de un virus que ni siquiera se ha aislado.
Luego, ¿Cómo puede alguien saber que una partícula vírica pertenece a un virus que no se ha purificado jamás?
Según sostienen ya muchos prestigiosos investigadores cabe afirmar que el supuesto virus del VIH no ha sido nunca purificado ni caracterizado. Y si el virus no ha sido purificado, secuenciado ni fotografiado es imposible que se hayan podido caracterizar sus proteínas para obtener proteínas virales que puedan ser utilizados como antígenos específicos, ni secuenciar su información genética.
Y si no se pueden obtener proteínas virales, no se pueden realizar test de infección. Y si no se pueden obtener test de infección, no se puede etiquetar a nadie como seropositivo y condenarle al consumo de antirretrovirales.
El único modo indiscutible, de demostrar que un virus ha sido aislado es tomarle una fotografía con un microscopio electrónico para demostrar claramente su existencia y luego una vez purificado caracterizar sus proteínas. Nunca se ha publicado ninguna micrografía electrónica del VIH, nunca se ha demostrado que haya sido secuenciado. Y por tanto, la afirmación de que se han obtenido proteínas y partículas del VIH es absolutamente gratuita.
Es necesario aclarar que las ilustraciones del VIH que pueden encontrarse, por ejemplo, en internet no son en ningún caso una micrografía del virus. En los treinta años transcurridos desde el supuesto descubrimiento del VIH, no existen en la literatura científica artículos que describan el aislamiento, purificación de partículas infecciosas con las características del VIH. Ni se ha publicado jamás micrografía alguna de partículas que correspondan a esa descripción.
¿Que son entonces las imágenes que pueden encontrarse en internet y que se presentan como fotografías del VIH?
Una gran parte no son micrografías sino dibujos, esquemas, aerografías, infografías, recreaciones gráficas o animaciones en 3D realizadas mediante ordenador. Es decir, pura ficción.
En algunos casos se trata de auténticas micrografías pero, según coinciden todos los expertos, no muestran partículas con las características atribuidas al VIH. Es cierto que en la literatura científica existen virus, catalogados como tales, que no han sido aislados. Pero si esto no se produce, como se ha dicho anteriormente, no es posible fabricar fármacos, test de infección etc También el hecho de que en los test del SIDA se pueda dar positivo en España y negativo en Australia, por poner un ejemplo, tampoco parece muy serio.
Por no hablar de que se dan innumerables casos diagnosticados de SIDA que resultan dar negativo en los test o personas que dan positivo en los test y que jamás desarrollan SIDA.
Lo que hoy se consideran pruebas o test para la detección del VIH, fueron hasta el año 87 scrining o cribados de sangre que en ningún caso se consideraban test de infección.
A partir de ese año, los CDCs de Estados Unidos decretaron unilateralmente que esos cribados de sangre servían para determinar la presencia del VIH en la sangre humana sin aportar prueba alguna ni justificación científica de ningún tipo que diera validez a esa afirmación. Otro ejemplo recurrente es el de que el inventor de la prueba de carga viral o técnica PCR, el doctor Kary Mullis, también Premio Nobel, afirmó en su momento que esta no sirve para “contar virus”, cuando es eso mismo lo que se les está diciendo a todos aquellos que han sido etiquetados como seropositivos.
Además de todo lo anterior, una de las realidades más descarnadamente indignantes sobre el montaje - SIDA es la de que se falsean las estadísticas de afectados por VIH y/o SIDA en África, sencillamente porque a los africanos ni siquiera les realizan los test.
Basta con ser negro, vivir en el Congo, por ejemplo, tener diarrea, fiebre y tos durante un mes para que te declaren afectado de SIDA. Cuando los síntomas citados están claramente relacionados con enfermedades asociadas a la pobreza extrema.
El científico oficialmente considerado descubridor del VIH junto con Montagnier, el Dr. Robert Gallo es, hoy en día, un personaje muy desprestigiado que ha llegado, incluso, a ser procesado judicialmente acusado de fraude científico.
A pesar de que no fue procesado por este asunto, se han llegado a encontrar los borradores originales del famoso artículo publicado en Science, realizados por los propios colaboradores de Gallo, en los cuales se pueden observar un sinfín de tachones y de notas manuscritas cuyo autor es el propio Dr Gallo.
Entre esas frases tachadas se puede hallar una en la que se lee claramente que no se ha encontrado el agente causal del SIDA. A parte de eso, otra mucha información relevante que contenía ese borrador fue omitida por Gallo.
Pero quizá, la prueba definitiva que demuestra la falsedad de la versión oficial del VIH-SIDA es la de que en los propios prospectos de los test se reconoce de una manera muy enrevesada y sutil que estos no son capaces de detectar en el organismo humano el agente causal del SIDA ni directa ni indirectamente. Con lo cual, dar positivo en los test no significa prácticamente nada.
De hecho, el único factor de riesgo dentro del mundo del VIH-SIDA es caer en la trampa de realizarse los test. Puesto que si se da positivo en ellos, esto significa entrar dentro de un engranaje, plagado de mentiras, que muy probablemente acabará con la muerte de la persona.
Por la misma razón, no es aconsejable, en estos tiempos, donar sangre, semen u óvulos: Si tras hacer alguna de esas tres cosas te dicen que eres seropositivo habrás sido atrapado por las redes criminales del montaje VIH-SIDA.
Todo indica que el famoso VIH, caso de existir, no ha sido jamás aislado y que el SIDA no es más que un estado de inmunodepresión o de deficiencia energética del organismo cuyas causas pueden ser muy variadas: desnutrición, estrés, intoxicación, microbios patógenos conocidos, acidificación del organismo, problemas psíquicos, problemas emocionales…
Es imposible pues que los antirretrovirales ayuden a las personas falsamente diagnosticadas de seropositivas o afectadas de SIDA. Antes bien, todo indica que son fármacos que perjudican gravemente a quienes los toman.
Incluso los institutos nacionales de la salud de Estados Unidos, han llegado a reconocer que esos fármacos ni curan, ni cronifican, ni previenen la infección por VIH ni el SIDA y ni si quiera reducen el riesgo de transmisión del virus a otras personas.
De hecho, la causa principal de muerte, hoy, en ambos grupos es el fallo hepático o renal. Efectos conocidos de los antirretrovirales de segunda generación.
En definitiva, la afirmación de que existe un virus llamado VIH que causa una enfermedad conocida como SIDA, detectable con unos test y que puede combatirse con antirretrovirales es una pura falacia. Nadie ha demostrado nada de eso científicamente.
Uno de los principales factores de muerte dentro de esta repugnante estafa, además de los venenos que se recetan a los falsos enfermos o a los falsos infectados, es el conocido efecto nocebo.
Está más que demostrado que una persona que no conozca toda esta información, desde el minuto uno a partir del momento en el que le anuncia que es seropositivo, su sistema inmune se debilita muchísimo simplemente por la mera creencia de que está infectado por un un virus que causa una enfermedad inevitablemente mortal.
En el ámbito científico existen muchas voces de reconocido prestigio que han denunciando y denuncian toda la locura que supone este terrible fraude globalizado y que han sido fulminantemente censuradas por el stablishment del SIDA.
Uno de los ejemplos más emblemáticos es el del Dr. Peter Dousberg. Este hombre fue candidato al Premio Nobel por ser el descubridor, nada menos, que de los genes del Cáncer y en cuanto se le ocurrió decir que el VIH no causa el SIDA, inmediatamente le retiraron todos los fondos para las investigaciones que estaba llevando a cabo, le marginaron e incluso le llegaron a quitar hasta la secretaria. El SIDA es un engranaje siniestro, además de una criminal estafa.
Los primeros casos diagnosticados de SIDA se dieron entre los homosexuales de San Francisco a principios de los años 80 del siglo XX. No murieron victimas del VIH, como dice la hoy desacreditada versión oficial, sino de la ingesta de poppers que son unos estimulantes del libido sexual que hacen caer en barrena las defensas del organismo, de los efectos secundarios de un medicamento conocido como SENTRIN que absurdamente se recetaba, ya entonces, para prevenir enfermedades de transmisión sexual y de la toma de AZT, un veneno quimioterápico que fue suministrado con el grifo abierto a todos los etiquetados como seropositivos hasta mediados de los 90. El AZT fue, por cierto, el causante real de muchísimas muertes.

                                                               

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